El aburrimiento, esa emoción tan necesaria como olvidada.

El aburrimiento es un mecanismo de adaptación emocional, es un estado ante el presente, es un vacío intencionado, es un sin sabor del tiempo y a la vez un ruido para el alma. Estando aburridos podemos pasar momentos de olvido, de desidia o de sinrazón, sensaciones muy diferentes a otras muchas emociones aparentemente más apasionantes a la que nos enfrentamos a diario.

Es posiblemente una emoción rechazada, no deseada o poco querida por muchos. Cuando notamos que estamos aburridos no nos gusta, nos hace sentir mal, incómodos e incluso inquietos. Es el parias de nuestra satisfacción; parece un error o algo que no debería estar sucediendo, pero al contrario de lo que creemos, el aburrimiento es muy enriquecedor.

El aburrimiento nos permite plantear la decisión, si queremos, de poder cambiar hacia un estado más placentero con tan sólo adoptar la actitud de buscar algo nuevo o diferente. Al iniciarse la búsqueda de una actividad placentera, la creatividad se despereza y articulamos nuestros recursos de manera más eficaz y dirigida. La atención se agudiza y se prepara para entrar en escena valorando espacio y fuentes de información disponibles, creando nuevas conexiones entre estímulos y posibilidades, formando expectativas basadas en hipótesis nuevas, en ideas frescas, y se desencadena una inercia imparable hacia el momento preciso en que una idea coge tanta fuerza, que nos provoca querer hacer algo placentero o productivo al menos.

Pues bien, toda esta cadena de percepciones, de sensaciones, de valoraciones y estructuras cognitivas en funcionamiento son fruto del aburrimiento, que es quien desde el origen hasta el final provocan un proceso cerrado y repetitivo, un patrón fijo de acción y de emoción que nos traslada desde la distimia (estado de ánimo melancólico) a la euforia; la adrenalina fluye con naturalidad permitiendo disfrutar del placer de la decisión tomada.

Al aburrimos también pensamos más en nosotros mismos y podemos acercamos a aspectos íntimos no siempre agradables de aceptar; esto puede resultar molesto al tener que vivir tan de cerca nuestras carencias. Cuando nos aburrimos ignoramos todos los estímulos que nos rodean, ya nada resulta interesante y nos dejamos llevar por ese estado de letargo emocional donde todo y nada es ni importante ni trascendente.

Cuando veas a alguien aburrido, piensa que está en el mejor momento para despertar toda esa cadena maravillosa de sensaciones. Cuando sientas el aburrimiento, piensa que hay también un momento para ese aburrimiento y disfrútalo.

No es magia, es educación.

Luis Aretio

7 comentarios en «El aburrimiento, esa emoción tan necesaria como olvidada.»

    1. Querida Mamá: gracias porque tú eres quien me ha cuidado, protegido, querido, enseñado y guiado hasta llegar a ser lo que hoy soy, un perfecto imperfecto que ama lo bueno y lo no bueno, lo grande y lo discreto, lo amable y lo amargo, la sabiduría y la humildad, lo fácil y lo ignorado, lo cómodo y lo complicado. Plantéate lo que quieras, pero nunca te «plantes», por lo que más quieras! Decirte te quiero en un blog es algo nuevo, pero prefiero que sea de voz… luego te llamo!

  1. OK Luis. El ocio programado no siempre responde a los deseos de ese momento. Dejemos lugar a la improvisación, al tiempo de re_creo, no hay nada por hacer….. sss el silencio aparece en escena, o la desesperación. Respiremos profundo y sigamos viviendo, la tele siempre nos puede salvar del asalto…

    1. Permitamos que el tiempo nos arrastre a su antojo en un zig zag sin sentido, dejemos que lo insoportable nos sorprenda con su afán de descubrir nuevas maneras… hagamos con el hastío una mantita para pasar la tarde arropados en el olvido. La tele es una ilusión, un espejismo inutil… pero sí, salva algún asalto que otro.

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