Que no son gigantes, niños, sino docentes.

“Mire, mi señor, que no son gigantes sino molinos, y lo que parecen brazos son las aspas”. Disculpen esta osada tropelía al querer emular tan noble literatura, pero sírvame el símil al tratarse, como verán sus mercedes, de aventuras donde singulares caballeros e intrépidas damas, se entregan a su labor docente; y aunque vivir la docencia no es ninguna novela de caballería, demasiadas veces lo pareciere. Sigue leyendo Que no son gigantes, niños, sino docentes.

Nunca seremos iguales.

Somos diferentes porque sentimos diferente. La igualdad es un bulo, una quimera sin ningún sentido. El examen de lo importante se diluye entre dos bandos enzarzados por ver quién derrota la razón del otro. Sigue leyendo Nunca seremos iguales.

Cincuenta veces no

No hagas eso, no te quejes, no digas nada, no pienses, no te relajes, no se te ocurra. No, negación volcada del error, rechazo de cuanto intentas y no alcanzas. No, laberinto de la razón tan necesario como innecesario, rechazado por representar la sobriedad de una realidad contraria y desaprobada. Sigue leyendo Cincuenta veces no

Toda separación debería ser un acto de amor. ¿O todo era mentira?

No estamos preparados, no digo ya educados, para lo peor (a veces lo mejor) al tener que interrumpir una convivencia de la cual han nacido hijos. Sigue leyendo Toda separación debería ser un acto de amor. ¿O todo era mentira?

Los docentes también lloran.

Todos hemos tenido una maestra o un maestro que recordamos de manera entrañable por su ternura o su paciencia; los hubo y los habrá que no, que los recordemos por su firmeza o exigencia, pero todos tienen un denominador común, todos han sido habitantes del planeta escuela. Sigue leyendo Los docentes también lloran.

Quien bien te quiere, te hará educar.

Pongamos algunas cosas en su sitio. No quiere más quien protege sino quien enseña a protegerse. No quiere más quien ayuda, sino quien prefiere que aprendas a solucionar tus propios problemas. No quiere más quien lo dice, sino quien lo demuestra.

Y no, no hace falta que te haga llorar como el conocido refrán, Sigue leyendo Quien bien te quiere, te hará educar.