Todos hemos seducido o al menos lo hemos intentado alguna vez. Unos con más o menos éxito y otros con mejor o peor acierto. Ríos de lecturas sobre cómo seducir, insinuar o conquistar a otra persona, pero ¿y conquistarnos a nosotros mismos?, de esto se ha escrito bastante menos. «El arte de la auto seducción. La conquista del Yo. Quiérete mucho». Podrían ser buenos títulos para una obra dedicada a la complacencia y la admiración por uno mismo. Ah, y no confundamos amor propio con misantropía (rechazo a los demás) sin haber pasado antes por la fuente de Narciso.
Somos dependientes emocionales y buscamos en los demás la confirmación de nuestras virtudes o la reprobación de nuestros defectos. Nos dedicamos a especular asignando relaciones casi imposibles a gestos, miradas y todo tipo de señales interpretables. Pero todo se detiene cuando se trata de uno mismo o una misma. Todo vale para los demás pero no para sí. La Inteligencia Emocional nos desespera y es un querer y no entender. Los modelos de exigencia en los que nos hemos visto inmersos nos ponen en permanente tela de juicio ante nosotros mismos, los demás y la sociedad. Dedicamos demasiado tiempo a lo largo de la vida a desenmarañar, aclarar o resolver la obtención del afecto de los demás, y claro, al final nos olvidamos de nosotros mismos.
El Yo vive de las sobras, de lo que nos dejan los demás cuando ya están hartos; es el resultado de dos fuerzas internas contrapuestas en formas e intereses. El Superyó vigila nuestra comprensión de la conciencia social mientras nuestros instintos más primitivos nos insinúan decisiones pasionales y placenteras que confluyen como el Ello, en teoría enemigo del Superyó. El Yo hace lo que decidan entre el Superyó y el Ello, es sólo el resultado de una confrontación.
Si nos dedicáramos la mitad del tiempo que le dedicamos a los demás, seríamos más felices. Pero no, nos tiene que interesar más lo que nos hagan sentir los demás, y eso nos despista. Llevarse bien con uno mismo implica ser flexible, exactamente igual que sabemos serlo con los demás; implica la prioridad de mis necesidades primero y si puedo también las de los demás. Querernos es aceptarnos, es respetar nuestras imperfecciones sin caer en la justificación, la resignación o el conformismo. La rutina tiene muchos momentos donde echarnos a descansar de los demás.
Somos seres sociales, nos gusta la calle, rozarnos al pasar y escondernos en los bares. Somos decorados públicos, maniquíes con alma. Somos lo que somos, pero nos falta queremos mejor, no más, sino mejor.
No es magia, es educación.
Luis Aretio
Eres increíble.
Eres auténtico.
Eres único.
Anda, engorda tu SuperYo porque te lo mereces. Gracias Luis, feliz semana. Procuraré mimarme. Besos
Mi Ello, mi Yo, y mi Superyo, te agradecemos profundamente tus amables palabras. Mímate mucho pero sobre todo bien.
Es muy difícil pero no imposible lo estoy intentando a aprender a quererme. gracias maestro me bienen muy bien este artículo y me encanta todo lo que escribes que tengas una buena semana.
Si es algo que cuesta alcanzar, es porque vale la pena. Se aprende más de lo difícil que de lo fácil, y se aprecia sobre el valor del esfuerzo, no desde la pereza. Gracias por tu amable persistencia.
En ello estoy…un abrazo
«Quien la sigue la consigue», nunca dejes de estar en ello. Gracias. Y te devuelvo el abrazo… con un bonito lazo.
Esta es la única filosofía de vida que hemos de tener. Ser Feliz!!!
La vida, querida Sara, está llena de filosofías más o menos acertadas, y tantas como personas. La felicidad vive en lo subjetivo… Sé feliz, y no mires con quién.
Claro que no es magia, magia eres Tú Luis, de la buena, la que es capaz de dibujar sonrisas a estas horas del día.
Gracias siempre.
Que cosa más bonita Cristina, muchísimas gracias. La felicidad es también soñar, crear, compartir y… dibujar sonrisas, qué más podemos pedir. Un abrazo dibujado también.
Muy interesante, pero implica reflexión, tiempo y toma de conciencia. Necesario para relacionarse con los demás, mantener una buena relación con uno mismo. Gracias Luis
Implica sobre todo la actitud de querer crecer, de asumir las imperfecciones propias y ajenas, de objetividad y sobre todo de respeto, por uno mismo y como consecuencia, por los demás.
Gracias Clara, un abrazo… corriente, pero diferente.
Me ha encantado amigo y procuro cumplirlo al pie de la letra… quién mejor que una misma para quererse? ;
Quiérete a ti mismo primero para ser capaz de querer a los demás en cualquiera de sus formas.. Si te quieres, te querrán, si te respetas, te harás respetar, todo empieza por uno mismo siempre.. Abrazos