Dale la vuelta, castígate tú.

Castígate tú… con leerle un cuento nuevo, con dedicarle más tiempo, con abrazarle más, mejor y a todas horas; con ponerle flores en su cuarto a traición, con plantar y cuidar un árbol juntos, con compartir un club secreto de lectura, con preparar un desayuno de los que “quita el sentío”, con hacer cosquillas a diestro y siniestro, con saborear juntos algo nuevo, con despilfarrar besos, con robar de la nevera algo prohibido, con dibujar en la arena un circuito o hacer un castillo de sirenas, con un rato más de parque porque sí, con un paseo a ningún sitio como si la vuelta no existiera, con un tour imprevisto en bicicleta, con salir a echar la cometa aunque el viento no quiera, con una limonada fresca con sabor a cariño, con saltar los charcos cuando llueva.

Castígate tú… con dedicarle una canción de las que te encantan, con un baile por peteneras, con un sueño inventado, con ver juntos una película entera, con ir a merendar bocatas de felicidad rebozados en arena, con ser su guía-visita en un museo, con una velada sin tele, con una carrera en la ducha, con un juego de mesa, con hacer manualidades juntos, con perder una tarde, con explorar en busca de unicornios con alas, con volar en una silla de madera, con saltar sin paracaídas desde un bordillo, con sacar del bolsillo una caricia que te acabas de encontrar, con una carcajada con ganas.

Castígate tú… con subir juntos a la terraza cuando llueva, con pintar con tizas vuestros nombres en las aceras, con tocar las palmas con salero para ir a la mesa, con darle un masaje con palabras sinceras, con ayudarle a entender los deberes, con enseñarle a esperar, a controlar la impaciencia, con darle a conocer el maravilloso equilibrio de las emociones, con susurrarle historias bonitas al oído, con acariciar su parte más noble, con cruzar juntos a la pata coja los pasos de cebra, con reírte de sus chistes o con sus chistes, y con soñar que te quiera.

Castígate tú… ¡A qué esperas!

En Autoescuela para Padres vemos, pensamos y hacemos las cosas de otra manera; porque no es magia, es educación.

13 comentarios en «Dale la vuelta, castígate tú.»

  1. Ha sido realmente inspirador este artículo. Cuantas veces pretendemos a lo largo del día que nuestros hijos vayan al vertiginoso ritmo de los «mayores», sin darnos cuenta que les genera un estrés completamente innecesario. Es genial darte cuenta que podemos vivir mejor todos bajando nuestro ritmo al de ellos, y disfrutando de las sensaciones más «pequeñas»

    1. Gracias Miguel, como se suele decir «basado en hechos reales», y como bien dices, completamente innecesario. Ahora toca castigarnos mucho y bien para demostrar a nuestros hijos que no todo son normas y límites, que aunque fundamentales, han de ir siempre acompañados de nuestro mejor sentido del humor y del amor. Dejemos las prisas para ir a abrazar a nuestros hijos, a nuestra pareja, a nuestras familias…dejemos el estrés para quien lo quiera. Lo bonito está en lo sencillo, en lo cotidiano, en lo que nos rodea. Un saludo

  2. Lo del «Club secreto de lectura» me da las pistas para saber quien es realmente la autora de los post de este magnífico blog. ¡Gracias preciosa! por enseñarnos tanto. Me castigo y me castigo con todo esto y más, me alecciono en cariño y en buenas formas que nunca debemos perder. Gracias Luis! ¡En el clavo como siempre!

    1. Gracias María, entre Julia y los «hados» tengo inspiración para rato. Sois también las madres y padres como tú que me hacéis creer y crecer con vuestro apoyo. Aunque veo que esto de educar es como una gran piedra de molino, que todo el mundo quiere mover pero que nadie por sí solo puede…Un abrazo y un beso!!

  3. Hola Luis¡¡¡
    te leo mucho pero nunca te lo digo. «Me castigo» ahora mismo a decírtelo, a comentarte que me parece una iniciativa fantástica y que, para confirmar lo que escribes y cuentas, yo alguna vez me he castigado cuando la tempestad se ha desatado en mi interior por causas menores que rebosaron el vaso de la paciencia, intentando compensar ese hecho que a sus ojos, seguro, carecía de toda proporcionalidad.

    Auto-castigarse, en este sentido, pedir perdón, cuando uno se equivoca, mostrar empatía y comprensión con ellos es uno de los mejores ejemplos que podemos darle a nuestros hijos y creo que al nivel de valores que todos damos por importantes, y lo son, como el esfuerzo, el trabajo, etc…

    A la vez auto-castigarse es también uno de los mayores regalos que podemos hacerles y hacernos. Ellos no necesitan nada más que una atención a sus necesidades e inquietudes y nosotros nada más que disfrutar de ese mundo que en muchos aspectos perdimos ya al hacernos adultos y que tan sólo ellos pueden mostrarnos de cerca otra vez.

    Perdona el «ladrillo» pero para una vez que escribo no quería dejar de decirte, y al resto de lectores, cuán necesario es pararse de vez en cuando, tomar aire, disfrutar el momento, hacerlo especial por el mero hecho de vivirlo, y seguir el camino con la mente más calmada.

    un abrazo fuerte.

    1. Gracias Felipe, nada más reconfortante para mi que todo un padre como tu intérprete los castigos con tanto entusiasmo e ilusión. Dale fuerte y nunca pares de castigarte con esas ganas que nacen en el corazón de nuestros hijos, porque son para ellos nuestros mejores momentos, y que cuando crezcan, nos miren agradecidps y con cara de «mi padre se ha castigado mucho por mi». Un abrazo

  4. Yo debo de ser masoquista porque encantan todos esos castigos. Sólo que la odiada rutina y ese reloj que maldigo varias veces al día no me deja castigarme tanto como quisiera y me pesa en el alma ver como el tiempo se me escurre entre los dedos ….

    1. La vida que llevamos pocas veces es la que queremos, pero el tiempo disponible no nos lo podemos inventar; mejor calidad que cantidad y sobre todo disfrutar a pesar de tener que ir «contra reloj». Un saludo

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.