El Desorden Emocional. ¿Enfermedad, etiqueta o mentira?

Todos pasamos por momentos difíciles en nuestra vida, de eso no cabe ninguna duda; el simple hecho de crecer nos mantiene expuestos a situaciones adversas de todo tipo que no siempre son resueltas con éxito. Somos un cúmulo de emociones que se van reteniendo poco a poco en nuestra retina y a veces, cuando menos lo esperamos, nos vemos obligados a afrontar nuevas situaciones complejas con el lastre del pasado.

Lo normal, si podemos utilizar este concepto desde la perspectiva de lo común, es que nos afecten las cosas que nos pasan; nadie está exento de los vaivenes propios de la vida, pero una cosa es un desorden y otra muy diferente salir corriendo despavoridos con la etiqueta del miedo y a la primera de cambio. Un desorden es algo pasajero, eventual, contextual, del momento; es una sensación de que “algo no está en su sitio”, es esa expresión de “no sé lo que me pasa” o “llevo un tiempo que nada me motiva y no sé lo que quiero”.

Tengo la autoestima baja. ¿Y? ¿Quién nos han vendido la idea de que siempre tenemos que estar bien? No es quitarle importancia, es prestarle la atención que se merece, y para ello nada como aprender a entender que no siempre tenemos que tener el control de todo aquello que sentimos. La autoestima no es una meta, es un proceso; es el resultado de una percepción subjetiva centrada en lo que es para cada uno su estado de bienestar personal. Hablamos de zonas de confort, de autoconocimiento; buscamos herramientas cuasi milagrosas que nos quiten las molestias, pero si no hay una verdadera aceptación del Yo como algo imperfecto, auguro un camino lleno de altibajos basados en sensaciones que poco o nada tienen que ver con estar enfermo ni nada que se le parezca.

Estar siempre bien, esa es la gran mentira, esa es la invisible plaga del siglo XXI importada de un estilo de vida completamente confundido. Tal vez sea más sano aprender a soportar por uno mismo los diferentes malos momentos, porque estamos educados para que todo vaya bien, pero no tanto para enfrentarnos a nuestros miedos.

No es magia, es educación.

Luis Aretio

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