¡EDUCACIÓN INTEGRAL YA!

LA EDUCACIÓN INTEGRAL ES IMPRESCINDIBLE

Constantemente escuchamos hablar de educar en valores, de la educación para una sexualidad responsable, de la educación para la prevención de las drogodependencias, para erradicar el acoso escolar o alertar sobre los riesgos del mal uso y el tiempo inadecuado dedicado a Internet por parte de los niños, o con cualquier otro objetivo, ya sea para evitar conductas negativas, o como instrumento divulgativo de actitudes beneficiosas. Se utiliza el término educación como si se tratase de la gran panacea. Así que educamos y educamos para esto y para lo otro, y vamos ampliando el campo de competencias del concepto educación a un número cada vez mayor de parcelas concretas de la vida.

Para cada una de estas parcelas diseñamos unos límites e intentamos diseccionarlas y darles solución desde una perspectiva pedagógica magistral; con cada nuevo problema, o la reaparición periódica a través de los medios de algunos que ya son crónicos, la sociedad se vuelca con innumerables campañas que lo que pretenden es justificar que algo se está haciendo, aunque los resultados no nos den motivo para ser optimistas, en lugar de ir a la raíz del asunto, coger el toro por los cuernos.

Porque a pesar de todo este tipo de actuaciones supuestamente educativas, el fracaso escolar, el comienzo en el consumo de drogas y alcohol de los jóvenes a edades cada vez más tempranas, el acoso a través de las redes sociales, los embarazos no deseados, las denuncias entre padres e hijos, la violencia doméstica…, siguen mostrando cifras alarmantes de progreso. Es evidente que todas esas campañas, todas esas actuaciones, no han obtenido el éxito esperado porque sólo se enfocan hacia los síntomas y sólo van destinadas a paliarlos, ignorando así el origen de los problemas que pretenden resolver; porque convertir la educación en herramienta de promoción de la información es inútil.

Asistimos a una constante petición de reformas en el sistema educativo, de innovación o reinvención de los centros; estamos reivindicando potenciar el desarrollo del talento y la creatividad. Pero deberíamos comenzar a construir desde la base, no desde el tejado. Existen los alumnos geniales, creativos y emprendedores, por supuesto, aunque todos pueden llegar a serlo. Pero lo más importante, lo que está por encima de sus dotes, es la personalidad de cada uno de ellos individualmente contemplada, la persona que hay detrás de cada alumno. Y eso, desgraciadamente, parece importarnos menos.

Deberíamos cambiar esas voces disruptivas de reformas radicales por susurros más humildes. Eduquemos en el respeto de las personas hacia sí mismas y hacia los demás, hagamos campañas donde lo importante sea la formación de ciudadanos con criterio propio, con capacidad para discernir entre las necesidades reales de las inventadas. Dediquémonos a transformar lo más cercano, eduquemos casa por casa, escuela por escuela y, cuando sepamos respetar, dotemos a las personas del resto de las herramientas necesarias para su cualificación y desarrollo profesional o vocacional.

Por lo tanto, la educación integral es fundamental. Con su puesta en práctica evitaríamos el sinfín de manuales para cada nueva necesidad, tantas páginas Web específicas, la inseguridad de los profesionales obligados a saber hacer de todo y siempre en el punto de mira como responsables directos o indirectos del caos académico, cuando su labor es enseñar, ayudar a que nuestros hijos aprendan, y colaborar con las familias para encauzar y desarrollar las habilidades propias de cada uno.

Desde Autoescuela para padres pretendemos ayudar a conseguir familias más y mejor formadas, y colaboramos con ellas a lograrlo desde la realidad individual de cada una.

Queremos que los recursos públicos educativos se utilicen para fomentar la cualificación, la formación y preparación de las familias.

Proponemos un cambio a toda la sociedad reformulando el objetivo de los recursos que se utilizan en las campañas para dedicarlos al estudio y resolución de los problemas desde la propia raíz, en lugar de persistir en el inútil empeño de emplearlos para paliar temporalmente los síntomas.

Luis Aretio.

Director de Autoescuela para Padres.

 

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