La Familia y el hiperrealismo educativo.

El hiperrealismo nos ha tocado con su increíble fuerza y ya nada es como antes. Ahora vemos la realidad con tal cantidad y calidad de detalles, con tanta nitidez de efectos realzados y exagerados, que lo que antes era interesante ahora nos resulta increíble que nos haya llegado a gustar. Los mega píxeles consiguen imágenes que superan a la propia realidad, y la tecnología permite manipular esa realidad hasta límites pecaminosos por mentirosos.

El hiperrealismo ha llegado también a nuestras casas en forma de expectativas de “queremos que todo vaya bien, siempre”, y la realidad es más bien imperfecta, y eso unido a los niveles de baja tolerancia a las frustraciones que exhibimos, nos anuncia el fracaso de muchas estructuras de familias.

El nivel de estimulación neuro-cognitiva al que estamos exponiéndonos es gradualmente superior y necesitamos cada vez más intensidad en los estímulos, en las emociones, en los regalos o en las experiencias para sentir que las cosas nos hacen disfrutar. El consumo de horas de pantallas, de entretenimiento, de ocio o productos de dudoso mal gusto es nocivo a todas luces.

La falta de criterio, hábitos poco saludables y horarios insoportables nos están llevando a vivir como familias hiperrealistas donde todo se tiene que mostrar con grandes dosis de emociones, cada vez más, con acceso a eventos y experiencias donde la rivalidad es competir por ser números uno ya sea cocinando, cantando, bailando; es decir, forjando desde el sofá de casa falsas expectativas sobre un mundo fácil y un futuro cómodo exento de esfuerzos y sacrificios.

Padres y madres hablamos de psicología evolutiva como de fútbol, de política o de noticias de actualidad, de todo con gran pasión y fervor; la velocidad de la información y el increíble acceso al mundo que nos ofrece Internet ha disparatado como multiplicado nuevas maneras de comunicación basadas en el consumo tecnológico, en lo inmediato e instantáneo, así también nos volvemos impacientes con nuestros tiernos retoños, buscando garantías rápidas de su desarrollo sano, mirando a nuestros hijos con lupas sobre protectoras gigantes, y claro, siempre se encuentra algo.

Tenemos hijos hiperdiagnosticados de urgencia con tal de ver solucionada cualquier anomalía física, emocional, intelectual, conductual o social, pero rápido por favor.  Así nos va y así les va a muchos niños y niñas, hiperetiquetados en un abanico de trastornos y síndromes que nos perjudica en los tres elementos básicos de la relación familia-hijos: la comunicación real, el respeto por cómo somos y la confianza en las capacidades personales.

No es magia, es educación.

Luis Aretio.

9 comentarios en «La Familia y el hiperrealismo educativo.»

  1. Muy interesante el articulo y sobre todo totalmente real, ahora a la mínima que un niño juega o se distrae algo mas de la cuenta es hiperactivo, si es conteston o simplemente rebelde o inconformista EA un niño con problemas de conductas. A donde vamos a llegar!!! Tienen que jugar , saltar, llorar enfadarse y mostrar su carácter solamente los podemos ayudar e intentar educar en el respeto, y el amor.

    1. Gracias por interpretarme, como bien dices no debemos perseguir a nuestros hijos con lo que hacen bien o hacen mal y luego colgarles una etiqueta que les va a costar quitar, eso para quien lo quiera, pero tristemente es parte de la realidad en la que muchos niños y niñas se ven inmersos. Luchemos por una educación más espontánea y libre de prejuicios. Un saludo.

  2. Buen artículo , Luis. Nos estás malacostumbrando. Hace poco hablaba en una reunión familiar acerca de las etiquetas que los padres ponemos a los hijos y todos afirmaban no hacerlo. Yo les demostré que lo hacían muy a menudo , con disimulo pero a menudo. No hace falta decir a un niño o niña » Tu eres listo» o » Eres conflictivo» directamente. Lo hacemos cuando presumimos en público ( asegurándonos de que el chaval lo escuche ) de sus notas brillantes o cuando nos lamentamos de lo complicado que nos resulta meterle «en cintura». Claro , lo último que quiere un chaval o chavala es dejar a sus padres por mentirosos y le endosamos el lastre de tener que cumplir con nuestras expectativas las buenas y las malas , en vez de ayudarle a descubrir las suyas propias.
    Bueno , que me estoy enrollando . me ha encantado el artículo y lo comparto en mi muro.
    Un saludazo..

    1. En una sesión práctica de Autoescuela para Padres les pedí a todos que pensaran en las etiquetas que ellos tenían de pequeños, el resultado fue revelador, muchos de sus hijos habían heredado sus mismas etiquetas, fue una actividad curiosa y muy pedagógica. Difícil tarea esta de «remar contracorriente», pero entre todos seguro que movemos este barco que a veces da la impresión de ir a la deriva. Gracias por tus palabras, dan ánimos para continuar en el oficio.

  3. Hola Luis,
    Yo fui a ver esa película con mis hijos y cuando termino les pregunte,y el mensaje que les llego fue «hay que luchar por lo que quieres,digan lo que digan» «con esfuerzo se puede».
    Estoy contigo que estamos en un mundo donde a todo se le pone una etiqueta,pero también es cierto que lo importante es que uno mismo no se la ponga.
    Un saludo
    Amparo

    1. Hola Amparo, está claro que mensajes deJan, sería catastrófico, la industria debe continuar, lo que me planteo es si no hay otros argumentos más «normales» con los que puedan llegar a esas mismas conclusiones… personalmente no apruebo que todo se resuma al eterno «el bueno, el malo, el listo o el bobo…», creo que nuestros hijos se merecen muchísimo más de lo que nos están vendiendo, pero ese es otro debate. Gracias por tus palabras y por interpretarme.Un saludo.

  4. Verdad de la grande a mi me aterroriza esta realidad y me desmoralizan las etiquetas y las diagnosis que se quedan como tatuadas para toda la vida.

    1. Etiquetas como tatuajes, me quedo con esa expresión tan gráfica, gracias Isabel. Esa realidad solo puede amortiguarse si nos molestamos en ofrecerles a nuestros hijos un criterio propio, basado en su visión particular del mundo y construido sobre la base de la confianza en sus recursos y sobre todo en el respeto. Todo lo demás son solo expresiones del síntoma de este despropósito colectivo.

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