Pensad, pensad, malditos.

Atravesamos una auténtica crisis de criterio. Cada vez pensamos menos y además permitimos que sean otros quienes piensen por nosotros. Tendencias, gustos, aficiones, moda; nada es casual ni tampoco improvisado, todo tiene su por qué y su intención. Nos va lo fácil, lo inmediato, y sobre todo lo cómodo. Somos la expresión máxima de la ley del mínimo esfuerzo. Y nos equivocamos si creemos que esto que nos ofrecen es lo mejor que nos merecemos.

La globalización tiene sus ventajas pero también sus muchos inconvenientes, sobre todo porque deja en manos de muy pocos el control de la inmensa mayoría. Nos ofrecen todo lo que no necesitamos, pero esa minoria sabe cómo convencernos y convertir lo innecesario en una necesidad, y ahí ya no hay quien nos pare. El consumo se ha vuelto global y la fuerza del gran grupo para absorber al resto de la masa nos facilita una calma suficiente al saber que todos estamos haciendo lo mismo.

La fantasía de la evolución por y para las personas se desvanece a golpe de telediarios. Nos inquietan el alma y, necesitados de un placer más liviano, nos entregamos al consumo superfluo de ilusiones con código de barras. Nuestro hipotálamo supera la barrera de lo moral sin pedir permiso a nuestro sufrido criterio individual y vamos succionando cuanto placer se pone al alcance. No tenemos fin, no sabemos parar, y en Internet a un simple golpe de clic nos ofrecen el placer de una manera tan fácil e inmediata que nos lo creemos. ¿Quieres ser feliz? Pincha aquí

Todos tenemos un criterio propio más o menos elaborado y razonado, pero en cuestión de grupo la masa social, como un todo único, se mueve de una misma manera y en un sólo sentido; somos como una inmensa bandada de estorninos perfectamente sincronizada donde cada miembro sabe qué movimiento ha de realizar a la vez que se deja llevar. El individuo se siente arropado por la multitud y se sabe protegido por el grupo, por su omnipotencia y presencia. El criterio colectivo no se rige por los mismos mecanismos que el  criterio individual, por eso nos precipitamos al vacío y nos tiramos al pozo, porque si se tiran todos, yo también me tiro.

Pensad, pensad, malditos, y que no piensen por nosotros los siempre listos. Hagamos que nuestros hijos se distingan por su capacidad de discernimiento, por el buen gusto en sus pasos, en sus decisiones o en sus fracasos; que se note que no somos lo que dicen que somos, sus dóciles borregos o simples sumisos obreros de factorías que duermen, trabajan y consumen mentiras en sus pocos ratos libres. Sobra lo que sobra, sobra la codicia, y si no hacemos algo pronto, nos harán creer que los lobos somos también nosotros. Víctimas y verdugos. ¡Qué listos!

No es magia, es educación.

Luis Aretio

10 comentarios en «Pensad, pensad, malditos.»

  1. Ay Luis !! Cuanta razón. Se confunde el ser gregarios, por naturaleza, con sentirse excluidos si no imitamos al grupo, aun a costa de nuestra propia esencia. Lo que pasa facturas carisimas a lo largo de la vida. ¿No sería mejor desarrollar nuestro propio ser y buscar un gupo en el que podamos aportar y crecer? Otros piensan y deciden por la mayoria por su dejación de funciones. Y es que pensar y tomar decisiones requiere mucho de nosotros, nos conlleva responsabilidad y ha veces duele. Trataremos de hacer pensar. Besos

    1. Cualquier elección decisión implica un duelo, el del rechazo a lo que no elijo o aparto. Luego puede que esté o no equivocado, pero un buen criterio requiere de muchos duelos, y eso…¡duele!
      Gracias por venir Clara, y vuelve cuando quieras.

    1. 1.- Personas como tú nunca estáis lejos,de una forma u otra siempre estáis presente.

      2.- Le persone come te non sono lontane, in un modo o nell’altro si sono sempre presenti.

      3.- Pessoas como você nunca está muito longe, de uma forma ou outra você está sempre presente.

      ¿Lo ves? Uno abrazo, dos… y tres.

  2. Luis nos invita a pensar. Pero en las redes sociales y en las librerias, cada vez hay mas diversidad de pensamientos, de teorias de opiniones, en politica, sobre educación, sobre cómo reaccionar ante la vida, ante tus hijos, ante los nietos. Hay cientos, miles de criterios dificiles de resumir, de catalogar. ¿Como discernir lo verdadero de lo falso?, lo mejor de lo peor, lo sano de lo enfermo, cuando ni entre los mismos pediatras, médicos, personal sanitario, no se ponen de acuerdo y lo que es mas grave, cualquier vecina o pariente mas o menos cercano se permite opinar, a veces de forma taxativa y con un tono de dueño de la verdad, lo que tienes que hacer en una situación dada con tus cosas.
    La única manera, lo he propuesto en los fundamentos de este portal, es reunirnos mucha gente, en grupos pequeños, para fabricarnos nuestro criterio personal, respaldado por la prudencia, sentido común y experiencia de «verdaderos expertos en el tema». Es un trabajo lento, paciente y nunca exento de equivocaciones, pero por lo menos que nos sirva de posicionamiento.

    1. Aprender a tener criterio, ese es sin duda el mejor remedio. Cada día está más claro Pedro, demos rienda suelta a nuestro mejor discernimiento,hagamos del sentido común algo selectivo, casi para algunos, quienes cansados, sabemos que nos merecemos algo mucho mejor, pero sobre todo algo muy hospital más auténtico. Pensar en grupo hasta construir un consenso… gracias Pedro, y !a por ello!

  3. «La Ilustración es la salida del hombre de su autoculpable minoría de edad por pereza o cobardía», señalaba Kant en el siglo XVIII. Sin embago, cometió el error de creer en que el progreso indefinido de la humanidad nos haría más libres y más autónomos. Nada más lejos de la realidad, como hemos podido comprobar en la era de la globalización. La sociedad del bienestar es una trampa para hacernos consumir sin consumar nada, donde se confunde cultura con información, el progreso con el desarrollo humano y donde tener criterio propio nos hace vulnerables o sospechosos.
    Me ha encantado este artículo, en primer lugar, por el mensaje que contiene,en segundo lugar, por lo de los estorninos que me ha arrancado una sonrisa después de un día agotador. Y, en tercer lugar, porque lo voy a compartir, con tu permiso, con mis alumnos de 2º de Bachillerato para que entiendan mejor el pensamiento contemporáneo. Si es que al final, los de nuestra generación, aunque queramos ser epicúreos no podemos evitar ser muy kantianos…

    1. El fin puede que no siempre justifique los medios, sobre todo cuando nos ciegan y nos confunden entre ambos conceptos. Cada quién que elija el procedimiento y persiga su pensamiento como si de un conocímiento único se tratara, y no, la realidad no tiene dueño, es de todos, hasta de los necios. Personalmente me siento entre la proposición sintética y la intuición, y aunque pueda, no quiero evitarlo. Consumir sin consumar… ¡Qué gran invento!

      Gracias por tus tres criterios… vuelve cuando quieras.

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