¡Con lo bonito que es ver crecer a nuestros hijos como personas respetuosas y agradecidas! Y no es tan difícil, todo depende de nosotros, familias y docentes. Somos nosotros quienes les enseñamos a respetar a los demás, a dar las gracias por los pequeños gestos y por los grandes logros. Casa por casa y aula por aula, que “la sociedad” no come en casa, ni le hace el bocadillo a tus hijos ni los lleva a la escuela; lo digo por esos que piensan “que es muy difícil ir contracorriente”. La felicidad no depende de tener todo lo que ellos quieren, sino de que valoren de dónde les viene. ¡Y basta ya de quejarnos por tener niños maleducados y de no hacer nada por cambiar! Porque para cambiar el mundo hay que empezar por intentarlo.
Luis Aretio.