Doña Venga y Don Vamos, una pareja de mucho cuidado.

Doña Venga y Don Vamos viven en un piso moderno, tienen dos hijos coquetos, y mientras papá trabaja mañana y tarde, mamá optó, tras nacer su primer hijo, por la jornada reducida. Tienen dos coches y cuatro alzadores, por aquello de los horarios que nunca son conciliadores. Son una familia estándar, que sin ánimo de ser los únicos, nos sirven como excusa para tratar este tema de los días y las prisas. Porque los «venga y los vamos» son nuestro pan de cada día.

Doña Venga y sus hijos salen de casa precipitados a las 7:40, el aula matinal espera. Pero antes, una primera pelea en el desayuno. ¿Lo harán queriendo? Uniformes, mochilas, bocadillos, ascensor, garaje, anclaje, rampa, giro, rotonda y el dichoso semáforo en rojo. Llegan al cole, colapso en la puerta, «uf, ya no llego a mi hora»; doble fila. Anclaje, mochilas, retoque de uniformes, un beso, bueno dos; «a las cinco os recojo con la merienda, portaos bien, os quiero».

Don Vamos llega a las 15:00 al colegio; peor, triple fila. Apretones, empujones, puerta, mirada, pregunta «¿Y tú hermano? Respuesta, no sé». Don Vamos otea el patio, localiza al hijo disidente y dice «que no tenemos tiempo, vamos, que a las cuatro os dejo en inglés* y papá aún tiene que comer». ¿Lo harán queriendo? Coche, mochilas, anclaje y coraje. Arranca, cuestionario breve: qué tal esto, que tal aquello; llegan al semáforo, en rojo. ¡Qué pesado!

Doña Venga recoge a las 17:30 a sus vástagos; una compra rápida, no hay parque, tienen deberes, a casa. «A ver si me dejan tranquila un rato». Pero no, Doña Venga termina todas las tardes haciendo ejercicios de lengua, de mates o de sociales. ¿Lo harán queriendo? Merienda, quejas, primeras amenazas, «como no os portéis bien no hay tablet». Mamá pierde los papeles a la tercera contienda. Normal.

Doña Venga espera todos los días a Don Vamos para la cena, pero Don Vamos casi nunca llega. ¿Lo hará queriendo? Duchas, «yo primero, no, primero yo», peleas, da igual, por lo que sea. La cena, «esto no me gusta mamá; te callas y te lo comes». Por fin llega Don Vamos, cruce de miradas, «ya era hora, hala, sigue tu con  los enanos». Doña Venga huye despavorida a ducharse.

Don Vamos llega imponiendo orden, o al menos lo intenta. Inicia el procedimiento: ordenar, preparar mochilas, los zapatos, un pipí, los dientes y a la cama. «A dormir, vamos». A papá antes te gustaba leer un cuento, ahora ya pasa. ¿Lo hará queriendo?

Doña Venga y Don Vamos se disputan sutilmente a quién le tocará preparar la cena. Se acomodan frente al televisor de pantalla plana; anuncios, platos al lavavajillas, uniformes para mañana, sofá, redes sociales y unos cuantos wasap; termina la jornada, el cansancio se apodera de ambos, ¡a la cama!

Doña Venga y Don Vamos antes se decían más veces «te quiero», ahora menos, pero no es por falta de amor, es más bien por falta de tiempo. «¿Lo haremos queriendo?»

No es magia, es educación.

Luis Aretio

  • Martes y jueves Inglés; lunes y miércoles baloncesto, (por ejemplo).

7 comentarios en «Doña Venga y Don Vamos, una pareja de mucho cuidado.»

  1. … Lo mejor es que… Lo hacemos queriendo… Yo hace tiempo q me paré… Y empecé a observar … En la peluquería me dicen… «¿Quiere usted una revista ..?» .. «No graciaaass…» al rato me preguntan lo mismo…. Me río … Y es que a veces dejarse llevar por el silencio… O no pensar …. No está nada mal…

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