Los Madres y Las Padres, una cuestión de respeto.

Somos lo que deseamos, y no hay mayor deseo que el de dar sentido a una realidad que sin ser tuya, dependerá de ti de manera transitoria y finita. No hay mayor responsabilidad que dar forma a quien llevará tu mismo significado más allá de tu apellido, de tu esencia y de tu forma de entender la realidad, tu realidad, ese lugar donde todo se descubre como nuevo ante la flamante observadora mirada de tus hijos.

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Los Madres son multitud; hordas de mujeres que además de dar a luz saben hacer brillar a sus hijos, y con una pareja al lado (opcional) que sólo aporta desequilibrio en muchos casos, y dolor en otros muchos. Me refiero a esos padres estériles emocionales a quienes lo más que se les puede pedir es que te «quiten del medio» a los niños un rato, porque ellos son muy útiles; perdón, quise decir prácticos.

Los Madres son una especie que sobrevive de su ampliada ilusión de ser madre y padre a la vez. Que no rivalizan sino que bregan. Que no desisten por mucho que la cosa se ponga fea. Que no se rinden porque ni siquiera se lo piensan. Los Madres vigilan de noche y no paran de día. Salen, entran, suben, bajan y si hace falta, regalan piruetas y hacen malabares al son de todo lo que venga; y vaya que si vienen.

Los Madres poseen un instinto que hace que sin tener a nadie al lado parezcan multitud, que lo que era una falta se convierta en un reto, y lo que se antoja difícil se dibuje fácil y simple como un deseo. Los Madres pueden con casi todo, y si acaso les vence el cansancio, será más por alguna injusticia del alma, de esas que pesan pero que no se ven; y se rehacen, y suspiran, y tragan saliva haciendo que nada parezca lo que era. ¡Eso es amar con todo lo que se tiene dentro!

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Las Padres son una especie en vías de aparición y han sabido copar un nuevo rol hasta ahora desconocido en esto de atender a sus hijos. No ayudan en casa sino que reparten y comparten todas las tareas. No tienen la última palabra sino que conversan, dialogan y comprenden lo que supone la intensa labor de criar y educar a sus hijos. ¿Su misterio? Saber educar y compartir desde su propio criterio.

Las Padres saben ir al lado de la pareja y de los hijos sin pretender ir delante ni detrás, porque saben y quieren acompañar. Son Las Padres del parque, de las tutorías, de las reuniones del AMPA y de las consultas de pediatría. Les gusta presumir de pañuelos llenos de mocos, de sus recetas inventadas, de sus trucos para que los niños coman, de noches sin dormir y de no sé cuantas lavadoras puestas (vale, a veces exageran… ).

Las Padres no son de otro planeta ni de otra galaxia, son hombres de los pies a la cabeza con un corazón, una coherencia y un sentido común, que les vertebra y mantiene firmes y les diferencia del resto de los impávidos padres. Las Padres enseñan a sus hijos cuanto sienten y cuanto saben, pero no para alardear de bonanzas ni destrezas, sino para darles aquello que les pertenece por herencia: «la experiencia de vivir un amor sincero y honesto». Son figuras insustituibles porque asumen que dar es también recibir.

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No es un juego de palabras esto de Los Madres y Las Padres, es más un juego de roles, de posiciones, de sentido común y sobre todo de coherencia. Siempre hemos tratado a la mujer desde una injusta e inmerecida displicencia; sirva este artículo para denunciar la hipocresía de una sociedad aún machista, retrógrada y obsoleta.

Somos iguales, pero no lo parecemos. Nos sabemos iguales, pero no nos tratamos con el mismo respeto. Somos iguales, tan claro como que sólo somos personas, pero falta un mundo hasta que esa realidad sea la que impregne la educación y la rutina de nuestra sociedad, de nuestras casas y de nuestras escuelas.

Los Madres y Las Padres no somos una cuestión de género, somos una cuestión de respeto.

No es magia, es educación.

Luis Aretio

2 comentarios en «Los Madres y Las Padres, una cuestión de respeto.»

  1. Por suerte y por proceso y por aprendizaje y por educación hay los padres que se transforman en las padres y las madres que se reconvierten en los madres. Gracias por la reflexión Un abrazo

  2. Como siempre, bonita reflexión de esta Sociedad hipócrita que habla de igualdad cuando no la hay. Menos mal que las realidades van cambiando al igual que las necesidades y se va notando un aire de cambio. Gracias Aretio por tus artículos.❤️

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