No es magia, es educación.

Todo parece detenerse en un instante, en ese preciso momento en que nos hacen sentir que estamos haciendo las cosas bien, que tus alumnos o tus hijos parecen haber sido educados en algún país encantado o extraño como Finlandia; una imagen como congelada o suspendida en lo posible y una voz a cámara lenta que dice: “Qué suerte, qué buenos te han salido”… No, mire usted, no me han “salido”, simplemente han sido bien educados.

La educación no cae del cielo, ni mucho menos; no es un acto de gracia donde los dioses dispongan a su antojo aquí te toco aquí te educo. La educación no es magia, es más bien el resultado de una actitud razonada y razonable. Lo es todo y al mismo tiempo forma parte de nada, porque quien está bien educado pasa más por desapercibido que por etiquetado.

Los docentes no tienen libros de conjuros, ni de pócimas, potingues ni brebajes, no; ni siquiera viven en torres encantadas, viven en sus casas como cualquier padre o madre, pero a veces les exigimos tener hecho un master en varitas mágicas y que como por encanto, hagan que las ranas parezcan príncipes o princesas de reinos soñados. ¿Qué nos hemos creído? Los padres por no tener no tenemos tiempo, y si lo tenemos se nos va en obligaciones para mantener a todos más o menos contentos.

No, no es magia mire usted, es educación, y se conquista con el esfuerzo diario, no con ejércitos imaginarios; con la constancia de saber que aunque hoy lloren… es porque están siendo amados.

A la educación que queremos y que nuestros hijos realmente necesitan, le sobra horas de televisión, de internet, de anuncios publicitarios; le sobra regalos inútiles amontonados; le sobra mensajes de multinacionales y le falta diálogo en casa y en clase. A la educación que todos añoramos le falta que cambiemos de actitud y sobre todo que aprendamos; y que los errores que cometemos sean siempre nuestros mejores aliados.

Nuestros hijos y alumnos se merecen que nos formemos para hacer bien, o mejor, la resposabilidad más importante de toda la vida: educar a nuestros hijos y formar una familia.

Porque no es magia, es educación.

Luis Aretio

 

6 comentarios en «No es magia, es educación.»

  1. Otro gran artículo… una gran reflexión final, que hago mía: formar una familia es la tarea más importante a la que se pueda enfrentar el hombre/mujer, y requiere de toda nuestra atención, por delante de muchísimas otras cosas.
    Muchas gracias de nuevo, Luis.
    Un saludo

  2. Gracias Miguel a ver si entre todos conseguimos crear esa necesidad de ser coherentes con lo que realmente debe ser una prioridad….el futuro de nuestros hijos y alumnos. Un abrazo

  3. Buenas Luis,

    pues si, «cienes y cienes» de veces he oido lo de: «que suerte tienes, como a tí te han salido tranquilos/buenos/educados/…» y lo que se olvida es que para que un niño diga gracias debe de haberlo oído mil veces de boca de sus «ejemplos» de vida cotidiana, para que se agachen y recojan has tenido que decírselo, con más o menos paciencia a veces, todos los días, para que duerman la siesta de pequeños los has tenido que llevar de nuevo a la cama infinidad de ocasiones, y así un largo etcétera.
    la educación es un trabajo constante, diario, coherente y voluntario que tan sólo con dedicación muestra sus frutos y que además debe de ser perseverante pues los hijos se «deseducan» con facilidad y la dedicación a ello desfallece. Eso si, es muy agradecido…

    Pero para algunos sus hijos son maleducados tan sólo porque han tenido mala suerte… (sic)

    un abrazo fuerte.

  4. Gracias Felipe, a veces sucede que la gratificación de todo ese esfuerzo es a largo plazo, pero es ahí donde reside el arte de «te quiero tanto que esto es lo que hay». Y si, los hijos tienen que llorar a veces, y no entender que eso forma parte del mejor regalo que les podesos ofrecer. Cuando un niño falta al respeto, insulta, acosa, revienta aulas, … no es más que una víctima de una mala educación que si no se ve rectificada repetirá de nuevo el mismo error cuando tenga hijos…y así no va.

  5. Totalmente de acuerdo con vosotros. A veces poner límites, decir no, o mostrar buenos hábitos es ardua tarea…pero se hace tan necesaria como el respirar. El ser humano necesita referentes y no es incompatible con el querer.
    A día de hoy, si de algo me siento orgullosa de la Educación que recibí en casa ha sido de tener a mis padres como referentes, como marcadores, como farod que alumbraban mi mejor yo.
    Gran reflexión Luis.
    Buen día!

    1. Hola Marta, gracias por tus palabras y por participar con tu comentario… como bien dices esos referentes son o forman parte del ineludible proceso de querer a nuestros hijos. «Quien bien te quiere te hará educar» está claro que nuestros hjos necesitan nuestra más amabe pero a la vez firme y constante referencia.
      Un saludo «concienzudo».

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