Somos más y mejores. El recuento de los cuerdos.

¿Aburridos de ver tantos “malos” por la televisión? ¿Cansados de la sobredosis de noticias catastróficas, alarmantes, depresivas y penosas? ¿La realidad es siempre así o es que nos venden sólo lo que a algunos les interesa?

Nos muestran lo difícil desde una ventana opaca, triste y pesimista. Nos dan un portazo en la cara para no mostrarnos la otra realidad de las cosas, la de todo lo bueno que pasa. Pero claro, sin morbo el paraíso se queda en nada, en un aburrido lugar donde nunca pasa nada.

Somos más y mejores porque somos más los que nos saludamos al cruzar, los que usamos las papeleras, los que cedemos el paso y los que discutimos sobre quién pasa primero delante de cualquier puerta. Somos más y mucho mejores. Yo no me corto ni me callo, no lo soporto, no aguanto que unos cuantos maleducados se lleven toda la atención. No permito que los cuatro psicópatas de turno me fastidien la comida o la cena, no voy a dejar que pervertidos, perturbados y malas hierbas llenen mi vida con su patética miseria.

Me encantan las buenas noticias, me suben el ánimo y la tensión, me quedo con lo que me gusta, con lo bueno, con lo que sale bien, con el esfuerzo, con el intento de un “casi, casi venga que ya llegas”. Reparto sonrisas a diario, caricias y buenas maneras; mucha gente me pregunta lo mismo: “¿cómo lo haces para estar siempre como unas castañuelas?”  “Mire usted, esto no es casualidad, esto es mi mejor dedicación, mi mejor intención, lo mejor de mi, mi mejor cara, mi esfuerzo diario, mi ilusión, mi deseo y mi quimera”. Y no, insisto, no me da la gana de que nos roben ni una chispa de anhelo, ni un ápice de felicidad, no lo voy a permitir por mucho que algunos quieran.

¡Basta ya de malas noticias y de intereses comerciales! ¡Basta de canales que sólo venden tragedias como primicia! ¡Basta ya de ofender a la educación de la gran mayoría, de tratarnos como a marionetas! ¡Basta ya de tantos falsos profetas, de famosos de tres al cuarto, quienes, como cohetes de feria, suben, brillan, explotan, y dejan que la ley de la gravedad siga su curso mientras otros hacen caja redactando su esquela!

¡Ni tanto para unos pocos ni tan poco para tantos!

Somos más los justos que los injustos. No hay derecho a que la balanza se incline siempre a favor de quién más nos quita y nos merma. Levantemos la mano bien alto para hacer el recuento de los cuerdos, el de los innumerables que queremos vivir en paz, el de los razonables que adoramos la comida casera, el de personas amables y serenas. Levantemos las manos para hacer bien el recuento de los bien educados, el de los que no hacemos ruido ya sea en un hospital o en un autobús, el de los que no insultamos ni ofendemos, el de los que no “montamos un pollo” a la primera… porque somos educados y sabemos que todo eso molesta.

Tenemos y somos más que todos ellos. Tenemos más ganas, más energía, más ilusión y más fuerza; ellos solo tienen la atención de lo negativo, de lo prohibido, justo lo que nosotros no perseguimos, lo que nos aburre y nos aterra. Nosotros tenemos tesón, conocimiento y entrega, ellos sólo la fuerza de quienes rompen la calma avasallando y maltratando. Y me tienen harto, aburrido, cansado de su vehemencia. ¡Idos, marchaos y no volváis nunca, que aquí somos más y mejores, que no queremos ser simples espectadores de vuestros errores!

Ser alegre y positivo se contagia y se hereda, piensa en tus hijos y en quienes te rodean. Seamos fuertes, siempre merecerá la pena.

No es magia, es educación.

Luis Aretio

11 comentarios en «Somos más y mejores. El recuento de los cuerdos.»

  1. Amigo Luis, cuánta razón tienes en tus apreciaciones… Y, como bien dices, debemos levantar la mano y la voz para decir que somos más y mucho mejores que esos indigestos opinadores.

    1. Somos muchos pero nos ganan, a veces, los menos, los que no nos merecen y sólo molestan con su no saber ser ni estar. El día que aprendamos a exigir con decisión y sin miedo el respeto por nuestros derechos, que llegará, nos daremos cuenta realmente de que la vehemencia y el desprecio no tienen cabida en la sociedad que queremos y merecemos.

      ¡Un placer tu visita Agustín, vuelve cuando quieras!

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