La conducta: no es lo que se ve, es lo que no se ve.

Detrás de toda conducta hay una emoción que la sostiene, desencadena o motiva, eso es indiscutible, salvo en los casos de conductas reflejas primitivas donde la emoción no aparece hasta pasada la acción refleja. Sin la emoción, la conducta no es nada.

Toda conducta está dirigida a una meta.

Nada es casualidad, todo lo que hacemos las personas es por algo y para algo; como diría Freud, hasta los lapsus tienen su sentido, las equivocaciones incluso las omisiones, serían también intencionadas. Sigue leyendo La conducta: no es lo que se ve, es lo que no se ve.

La Humildad: vivir y educar «con lo puesto».

Vivir y educar «con lo puesto», con lo mismo que queda después de un incendio, con la ausencia de ti mismo, con el merecido olvido de quien se sabe perdido. No, no es un relato de desesperanza sino sobre la realidad que a veces nos asalta por el camino, nos asusta y nos inquieta hasta sentirnos del todo inseguros en nuestro, a veces, incómodo destino.

Sabrás de su existencia por la conciencia de todo cuanto admiras, sabrás que los demás no tienen tu misma inquietud ni quietud, y no tendrá descanso ni en el momento en que intentas tomar un poco de aire fresco. Sigue leyendo La Humildad: vivir y educar «con lo puesto».

Alma, corazón y vida.

Será como una moda pero que nunca pasará, será el despertar de un ser superior a todo lo anterior soñado y deseado, y sí, serán tus hijos quienes logren sacar de ti un tanto de lo mejor y a veces un poco de lo peor… será que nunca has querido como vas a querer a partir de ese preciso momento en que dejas de ser hija/o para pasar a ser madre o padre. Sigue leyendo Alma, corazón y vida.

La Técnica de Rebobinar: educar enseñando.

A todos nos interesa que nuestros hijos se porten bien, pero no olvidemos que somos nosotros quienes les debemos enseñar a manejar su comportamiento en función de nuestras reglas, de nuestras normas y de nuestros límites con lo que se han de enfrentar a la compleja tarea de aprender a obedecer y a hacer las cosas como nosotros  queremos. Enseña más una buena corrección que cualquier bronca, grito, amenaza o castigo que se nos pueda  ocurrir. Si nuestra intención es enseñar, mejor cambiar reñir por corregir, y de ahí surge esta Técnica de Rebobinar, para educar enseñando.

La dificultad está directamente relacionada con el carácter de mamá, de papá y de los hijos. El método es simple y económico. Cada vez que tus hijos hagan algo inadecuado, algo que no está bien o algo que no se parece a lo esperado/deseado:

1.- No grites ni amenaces.

Nunca grites ni amenaces sin tener toda la información disponible, es decir, nunca grites ni amenaces; no va a servir mucho más que para que ellos aprendan a gritar y posiblemente a medir hasta donde somos capaces de cumplir todas esas amenazas.

2.- Mantén la calma.

Mantén la calma, normalmente no son cosas importantes, son errores conductuales por precipitación, por comodidad o por falta de atención, pero han aprendido cuales de todos ellos nos sacan más de quicio especialmente. No se lo reprochemos, se lo hemos enseñado nosotros; somos quienes les dejamos las mejores pistas sobre cuáles son nuestros puntos más débiles.

3.- Pídeles que rectifiquen.

Pídeles que rectifiquen y que hagan bien lo que no ha sido adecuado. Rebobinando, es decir, dando marcha atrás literalmente a su conducta y reiniciando desde el origen lo que deberían hacer hecho bien, mejor o no mal. Consiste en darles la oportunidad de repetir la acción de manera adecuada. Sangre fría, cabeza templada,  no pasa nada, todo lo contrario, el hecho de no «entrar al trapo» evitará que esa conducta se vea reforzada negativamente y pueda ir a más.

4.- No se acepta que pidan perdón.

No se acepta que pidan perdón sobre la marcha ni que digan eso de «la próxima vez lo hago bien de verdad mamá, papá, te lo prometo»; no, se les debe pedir por favor que hagan bien lo que se espera de ellos, pero también debemos considerar cómo les pedimos las cosas, en qué momento y en qué están ellos inmersos; ponernos en su lugar nos dará pistas importantes para culminar con éxito esta tarea.

5.- Enseñar a pedir permiso.

Que aprendan a pedir permiso para todo, que pregunten siempre antes de hacer algo, lo que sea, es un hábito muy sano y muy bueno, además eso no significa que se lo vayamos a conceder pues deben aprender que no todo lo que nos piden es posible, bien por el momento o porque no lo vemos adecuado, pero sí implica que cada vez que nos consulten y nos pidan permiso, les reforcemos con una caricia verbal el haber pedido permiso antes de hacer algo.

6.- Paciencia y constancia.

Paciencia y constancia, eso que todos queremos tener pero que no siempre somos capaces de mantener. No es un tópico, es una actitud. La Técnica de Rebobinar combina el moldeamiento conductual con una gran dosis de empatía. No siempre es eficaz porque no siempre disponemos de la perseverancia suficiente.

Nuestra mejor propuesta es nuestra mayor coherencia, y por ahí nos pueden pillar más de una vez, porque no somos súper padres ni súper madres, somos de carne y hueso, sentimos y padecemos por ellos y con ellos, y así siempre, pues tener hijos es sinónimo de tener una ocupación permanente para toda la vida donde coinciden y conviven la felicidad y la maravillosa satisfacción de ver a nuestros hijos bien atendidos.

“No lo olvides, contra el enfado, rebobinado”.

No es magia, es educación.

Luis Aretio

Aula de Familia & Curso de Educación Familiar

Bienvenidos al Curso de Educación Familiar

Una experiencia educativa innovadora adaptada a las necesidades de cada familia. Una herramienta para afrontar con exito la mayor responsabilidad de toda nuestra vida: educar y guiar a nuestros hijos.

Este breve vídeo te explica cómo funciona el curso.

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Centros Escolares Colaboradores

Los hijos ante la separación: no es sólo miedo, es soledad…

La separación, un camino de sospechas, conjeturas y dudas hacia un mundo no conocido, diferente; no es sólo un salto al vacío sin red donde caer ni arnés de seguridad que lo impida. Un precipicio, una sima, el abismo más profundo; un enfrentarse al mundo más desnudos que nunca, incluso más que antes de nacer. Una tormenta sin paraguas donde la lluvia sabe a lágrimas de rabia y de dolor…

Qué más da, algunos son muy pequeños y no se enteran de nada. El menosprecio añadido de este tipo de afirmaciones lo es porque pretenden solamente amortiguar la defectuosa carga moral de los ¿adultos? que piensan así, despectivamente. Sigue leyendo Los hijos ante la separación: no es sólo miedo, es soledad…

Me recuerdas a mi mismo, por eso te escribo.

Y serás como yo he sido, un poco grande y un poco pequeña. Sabrás que la vida es más vida desde que tú me hiciste padre, y cuando crezcas, tus aciertos serán míos, pero tus errores también; verás en ti defectos y virtudes, primero míos y luego tuyos. Tenemos un espejo que nos dibuja el alma en cada emoción, en cada manera, en cada ocasión, y tu reflejo es mi reflejo, mi mejor ejemplo, silueta de lo que un día serás. Sigue leyendo Me recuerdas a mi mismo, por eso te escribo.

Derechos Familiares Fundamentales.

Derecho a meter la pata con nuestros hijos y a aprender de nuestros propios errores sin la necesidad de que nadie nos meta el dedo en el ojo para recordarlo.

Derecho a discutir delante de los niños (casi todos lo hacemos) y a que luego les pidamos una buenas y sinceras disculpas.

Derecho a dar ejemplo todos los días, y a que alguno de esos días no seamos el mejor de los ejemplos.

Derecho a no tener que saturar a los niños a bases de actividades socio-lúdico-mega-guay, y a enseñarles a perder el tiempo.

Derecho a algún día sentirnos mal, o simplemente no sentirnos bien, y a no tener ganas de hablar e incluso ganas de llorar. ¡Somos humanos!

Derecho a soltar de vez en cuando un: “cuando seas padre/madre comerás huevos”, y sin remordimientos (nuestros padres se quedaban tan a gusto cada vez que lo decían).

Derecho a querer desheredar a nuestros hijos, incluso varias veces en un mismo día, y a volverlos a querer como herederos rápidamente.

Derecho a no ser el mejor o la mejor chef del barrio, es decir, a que no siempre todo lo que cocinemos esté para hacerle fotos, y a que nos den las gracias por el esfuerzo diario.

Derecho a no tener ganas de ir al parque, aunque sabemos que al final lo haremos; pero sí poder disfrutar de “ese ratito en que te imaginas diciendo que no y quedándote en casa”

Derecho a ponerles el termómetro aunque no tengan nada, pero también a aprender que la fiebre es la mejor amiga del desarrollo y a no tenerle miedo. (Ayuda a tu pediatra a librarle de algunas citas inútiles, te lo agradecerá).

Derecho a gritar en el coche algún desahogo espontáneo soez y grosero, y a “querernos morir” cuando nos demos cuenta de que nuestros hijos van detrás con la cara desencajada.

Derecho a no querer ir a Disney, aunque si al final vamos, que muchos iremos, tenemos derecho a pasarlo bien, incluso.

Derecho a no comprar a nuestros hijos el último merchandising de turno por mucho que se empeñen entre ellos y las multinacionales. (Sólo proporcionan placer hasta que sale otra película nueva, y así siempre).

Derecho a que nuestros hijos vayan al colegio con los deberes sin hacer, o mal hechos, y a que gracias a eso aprendan a ser responsables de una vez por todas de sus cosas.

Derecho a que los vecinos piensen que “estos están locos” de los gritos e improperios que se puedan llegar a oír, la culpa es de las empresas constructoras.

Nuestros hijos necesitan madres y padres de carne y hueso, madres y padres maravillosamente imperfectos.

No es magia, es educación.

Luis Aretio

Hijos: ni medio llenos ni medio vacíos, simplemente por la mitad.

El eterno debate sobre el optimismo contra el pesimismo, o blanco o negro, pero del gris “ni mu”. Si nos parásemos a pensar, nos daríamos cuenta de la cantidad de esfuerzos que realizamos en querer entender la realidad desde sus opuestos más absolutos.

La realidad no es lo que cada persona percibe, esa es sólo una parte de su realidad. Si somos capaces de entender eso, ya estamos un poco más cerca de lo que realmente tenemos ante nosotros. Un problema deja de ser problema cuando se decide la solución más eficaz. Dejemos de lamentarnos por no estar siempre en el lado más sano de la realidad, nuestros hijos tampoco se sienten bien todos los días. Sigue leyendo Hijos: ni medio llenos ni medio vacíos, simplemente por la mitad.

No es magia, es educación.

Todo parece detenerse en un instante, en ese preciso momento en que nos hacen sentir que estamos haciendo las cosas bien, que tus alumnos o tus hijos parecen haber sido educados en algún país encantado o extraño como Finlandia; una imagen como congelada o suspendida en lo posible y una voz a cámara lenta que dice: Sigue leyendo No es magia, es educación.