La mejor medicina…

Para los más pequeños y los más mayores, para mamá, para papá, para las Seños y para todos los trabajadores: «vivimos bajo una situación excepcional, a todos nos falta lo mismo, nuestra querida y ahora tan añorada rutina». Porque somos animales de costumbres, y a pesar de que nos solíamos quejar de nuestra aburrida vida rutinaria, ahora que nos falta, es cuando apreciamos su verdadero valor y el poder real que ejerce sobre nuestros ritmos de vida. Sigue leyendo La mejor medicina…

La Hucha del Tiempo: ganar megas ahorrando ocio.

Estamos en un momento de abuso absoluto de los juegos tecnológicos, y no son malos, todo lo contrario, lo que ocurre es que son muy difíciles de educar bien al crear tanta dependencia por las emociones implicadas en ese tipo de ocio: rivalidad, competitividad, poder,…pero sobre todo fascinación. Luchar todos los días para que no abusen es agotador, por eso he desarrollado esta sencilla idea, para que aprendamos todos a limitar, gestionar y variar su tiempo de ocio. Sigue leyendo La Hucha del Tiempo: ganar megas ahorrando ocio.

Lo increíble no hay quien se lo crea.

¿Niños habilidosos, niñas sorprendentes, niños mágicos o niñas brillantes? ¿Para esto queremos la infancia? ¿Para que nos dejen boquiabiertos con las cosas maravillosas que hacen? Esto no hay quien se lo crea; esto de tener hijos increíbles suena a farsa, a exageración, a despropósito y lo peor, en muchos casos a fracaso. Porque no hay talento para todos ni todos los niños están tocados por la mano de la genialidad, lo sentimos. No hay quien se crea a esta moderna horda de padres y madres obsesionados por exhibir su propia vanidad de la mano de sus leales  e indefensos vástagos, quienes haciéndoles creer seres superiores por competir y rivalizar, olvidan lo más importante, que más vale disfrutar jugando que triunfar sufriendo sin que nadie los crea, salvo tú. Por una educación familiar responsable.

Luis Aretio

Si no te obedece, de algo carece.

Veo niños y niñas que no saben obedecer, que carecen de lo más importante para su desarrollo como personas sanas porque estamos normalizando peligrosamente las faltas de respeto en casa y en la escuela. Los adultos nos quejamos con aspavientos de la mala educación de las nuevas generaciones, de lo poco que valoran las demasiadas cosas que les ofrecemos; nos quejamos de ellos siendo nosotros quienes hemos permitido semejante incoherencia educativa. Nos hemos inventado una moderna relación de “toma y quiéreme por lo que mucho que te doy”, y eso no es amor, eso es maleducar, y además sale muy caro. Cambiemos las normas, rescatemos el sentido común y mostremos el mejor de nuestros ejemplos.

Por una educación responsable.

Luis Aretio