De la generación del Yo a la generación del Ya.

La generación del Yo surgió de una generación abnegada, expuesta a los grandes movimientos sociales e ideológicos del siglo XX cuyo origen estaba en los pensamientos románticos del siglo anterior… dando paso al existencialismo, al realismo, y al modernismo con su nuevo concepto del sentido de la vida, del tiempo libre y modificando el papel integrador de la familia. Un Yo que ha tenido que romper moldes sociales y deshacer estereotipos arraigados en modos de vida tradicionales difíciles de cambiar. Un Yo resiliente y comprometido. Sigue leyendo De la generación del Yo a la generación del Ya.

Te educo porque te quiero. Pero… ¿Qué es educar?

Educar es enseñar a establecer un orden en el cerebro de nuestros hijos. Es dotarles de unos esquemas de pensamientos que regirán sus vidas, es decir, su presente y su futuro… porque de ahí dependerá también que sepan respetar; comenzando por mamá y papá y terminando en todos los demás. Es preparar sus capacidades para un mundo que sabemos que a veces es maravilloso pero otras, bastantes, demasiado difícil, demasiado injusto por las cosas que nos tocará vivir, y demasiado hostil por la competitividad, la exigencia y la rivalidad a través del éxito permanente en el que estamos inmersos. Sigue leyendo Te educo porque te quiero. Pero… ¿Qué es educar?

Denunciar el Bullying no es de chivatos, es de héroes.

A la niña que se intentó suicidar hace unos días sus compañeros del colegio le llamaban “rata inmunda, sudaca de mierda” y no quiero imaginar cuántas barbaridades más. ¿Qué hacen niños de nueve años acosando, insultando, humillando y vejando a una niña de su misma edad? ¿Eso es lo que estamos consiguiendo como sociedad? Por más campañas contra el Acoso o Bullying que se hacen, por más sensibilización hacia la igualdad o contra el racismo, por mucho que se hable de respeto… otra niña se ha intentado suicidar con tan sólo diez años, y en el segundo día de volver al colegio. Sigue leyendo Denunciar el Bullying no es de chivatos, es de héroes.

Cumpleaños, Whatsapp, y excesos.

¡Ay, qué tiempos aquellos de los cumpleaños con los primos en casa, con los bocadillos de mantequilla y chóped, los vasos de refrescos de gaseosa “de a litro” y el mantel de hule. Ay qué tiempos aquellos donde los regalos eran pocos. Ay qué tiempos aquellos donde lo raro era el exceso y lo normal era lo bueno! Podría seguir hablando de las virtudes de esos cumpleaños tan “normales” que celebrábamos antes, pero mejor que nos sirva de entradilla para hablar de lo desmedido y de los excesos en los que actualmente estamos inmersos. Vayamos por partes: Sigue leyendo Cumpleaños, Whatsapp, y excesos.

Los demás y el Yo: la soledad social.

Podemos vivir en dos realidades. La disociación de nuestra psique nos permite adaptarnos a nuestras exigencias internas y a las externas. Dos posicionamientos que a veces no se encuentran ni se conocen, pero que no se entienden el uno sin el otro. El ser social, con la verdad única de los demás, no se entiende sin el ser individual. Al ser objetivo se llega desde el ser subjetivo ya consensuado. Sigue leyendo Los demás y el Yo: la soledad social.

Una infancia para los niños, pero sin los niños.

Educamos de manera instintiva y casi irreflexiva; forma parte del proceso de apego y de esa necesidad ‘tan nuestra’ de vivir en comunidad. Es el eslabón que continúa nuestra cadena, es ese “yo te educo como me han educado” que no siempre ha de repetirse ni en forma ni en significado. Vemos, leemos y escuchamos infinidad de opiniones que forjan las nuestras. Sumamos a lo añadido nuestro toque personal hasta desdibujar lo que era genuino para conformarnos con un resultado más o menos vistoso de puertas para fuera. Sigue leyendo Una infancia para los niños, pero sin los niños.

La autoridad como vínculo. El valor del respeto.

La autoridad no es una actitud imperativa que nos permite dar órdenes para que sean ejecutadas, eso es sólo un tipo de autoridad basada en la represión y en la sumisión a través de coacciones y amenazas, eso es autoritarismo y se sustenta gracias al miedo; suelen ser agresiones que quienes las soportan las devolverán, posiblemente, a medida que se sientan capaces de enfrentarse a quienes se las imponen sin más, y si son reprimidas, pueden dejar una huella de inseguridad y fragilidad difícil de borrar el resto de su vida, o bien una agresividad hacia los demás probablemente desadaptativa. Sigue leyendo La autoridad como vínculo. El valor del respeto.

Hijos de Caín. El poder de la envidia.

Todos llevamos algo de Caín dentro, unos más controlado que otros, pero nuestro origen animal nos delata, nos supera, y nuestro peor Yo puede salir a relucir en cualquier momento; tan sólo necesitamos sentir una amenaza para dar rienda suelta a nuestras maneras más destructivas, a nuestros peores gestos, a no mirar por nadie salvo por nosotros mismos. Lo mismo hizo Caín llegado el momento. La envidia, ese veneno tan nuestro, superó todos sus principios éticos y morales haciéndose con el control imponiendo su ley de “todo para mí”. Sigue leyendo Hijos de Caín. El poder de la envidia.

A nuestro cerebro le gusta lo fácil, cuidado con tantas comodidades.

Venimos al mundo sin hábitos ni rutinas y observamos con asombro todo cuanto nos rodea, todo es nuevo para nuestro cerebro. Somos curiosos por naturaleza y nuestra curiosidad nos provoca querer aprender, querer saber y preguntar por todo lo desconocido. Somos lo que aprendemos, y ahí nace nuestra inquietud, nuestra necesidad de conocimientos y expansión: saber para ser. ¿Pero de dónde venimos? ¿Cuáles son nuestros antecedentes? Nuestro cerebro durante miles de años ha estado ocupado en una función casi exclusiva de autoprotección: defender su integridad y la de sus descendientes. Hemos pasado miles de años vigilando a los depredadores, miles de años programados para sobrevivir. Sigue leyendo A nuestro cerebro le gusta lo fácil, cuidado con tantas comodidades.

Infancia y violencia: consecuencias.

Violencia de género, violencia machista, violencia doméstica, violencia filioparental, violencia callejera, violencia deportiva… Sí, somos violentos y no siempre funciona bien nuestro cerebro, y los impulsos no se contienen, y la agresión -en todas sus formas- se convierte en un modus operandi, en una manera peligrosa de vivir. La conducta agresiva ha estado presente en todas las épocas y se da en todas las culturas. En la infancia también ocurre, centrando su actividad principal en la edad de la escolarización formal, entre lo seis y los dieciséis años, aproximadamente. Sigue leyendo Infancia y violencia: consecuencias.