La mejor medicina…

Para los más pequeños y los más mayores, para mamá, para papá, para las Seños y para todos los trabajadores: «vivimos bajo una situación excepcional, a todos nos falta lo mismo, nuestra querida y ahora tan añorada rutina». Porque somos animales de costumbres, y a pesar de que nos solíamos quejar de nuestra aburrida vida rutinaria, ahora que nos falta, es cuando apreciamos su verdadero valor y el poder real que ejerce sobre nuestros ritmos de vida.

Ya nada es como era, y de un día para otro hemos visto como se ha colapsado nuestra percepción del espacio y del tiempo y, sin aviso previo, nos tenemos que quedar todos juntos en un espacio limitado durante un tiempo aún imposible de estimar. Esto puede generar mucha ansiedad y desorientación tanto en niños como en adultos, y es ahí donde debemos demostrar nuestra capacidad de tomar conciencia de la magnitud de la experiencia a la que nos enfrentamos. Imagina un mes más así; apenas llevamos una semana y ya están saltando las alarmas en muchas casas.

La mejor medicina será reinventar una nueva rutina, justo lo que hemos perdido y que necesitamos volver a recuperar; debemos crear una nueva rutina como referencia de tiempo y espacio estable, y aunque lleva su tiempo, es cuestión de ser más persistentes que ellos. De lunes a viernes, un horario flexible pero muy acotado para que permita diferenciar bien las actividades: aprendizaje, juego, gimnasia-deporte, alimentación, ocio tecnológico (cuanto más acotado mejor) y televisión, higiene, etc; es importantísimo seguir las horas y las actividades de lunes a viernes; los fines de semana, al igual que hacíamos antes, nos levantamos más tarde y todo pasa a ser flexible y a ser posible diferente. Ahí los adultos tenemos que funcionar como agencias de ocio, mucha creatividad y juegos en familia reservados para esta parte de la semana más ociosa.

Los adultos igual, también necesitamos crear nuestra nueva rutina de orden y horarios para cada cosa: limpiar, cocinar, trabajo profesional, actividad física y tiempo para descansar, pero sobre todo, tiempo para dedicar a nuestros hijos toda la atención necesaria pues no tienen tantas herramientas como nosotros para soportar esta situación tan imprevisible, aunque demasiadas veces son ellos quienes nos dan lecciones de verdadera madurez. Atención a sus estados de ánimo, porque pueden ir camuflados de pataletas, negación e incluso cierta agresividad; o todo lo contrario, desgana, decaimiento y apatía, pudiendo todo ir acompañado de alteraciones del apetito (comer mucho o no comer) alteraciones del sueño, con sus diferentes tipos de insomnio: de inicio – no coger el sueño –  de mantenimiento – dormir rápido pero con despertares a media noche – o del despertar – despertar muy temprano y no volver a dormir-. Como para no desorientarnos.

Cuidado, los niños expresan sus emociones a través de su comportamiento, de sus enfados, de sus explosiones o de sus inhibiciones; no deben ser castigados por eso, todo lo contrario, debemos hacerles saber que entendemos cómo se sienten y que nosotros les vamos a ayudar a que se sientan mejor. No es fácil, pero tampoco imposible. Para eso podemos pedirles que dibujen sus emociones, que les den forma, que las puedan expresar según la edad, y si están agresivos, señalarles claramente dónde sí queremos que de desahoguen y suelten toda la tensión: golpeando un colchón con cojines, lanzando una pelota fuerte –si se puede- o si hace falta, se da un buen grito en el balcón. Recuerda, los castigos sólo van a conseguir que todos os sintáis peor, y eso bajo un mismo techo no es una buena decisión.

Rutina, nueva rutina creada entre todos y para todos. Y que no falten sobre atenciones para los abuelos, quienes desgraciadamente han perdido lo más preciado que tenían, el contacto con sus nietos y sus hijos, ellos que lo están pasando tan mal deben estar más que nunca presentes en nuestra nueva rutina, en nuestros corazones y en nuestros mejores deseos.

Luis Aretio

Os dejo un resumen de algunos de mis artículos más útiles para estos complicados momentos.

Consejos prácticos para afrontar esta sorprendente cuarentena, con los hijos en casa.

La Técnica de Rebobinar: educar enseñando.

Educar sin castigar. La técnica de la Distancia Emocional.

Los hijos ven, los hijos hacen.

La conducta: no es lo que se ve, es lo que no se ve.

La Hucha del Tiempo: ganar megas ahorrando ocio.

Decálogo para educar con criterio, y sin miedo.

Derechos Familiares Fundamentales.

En lugar de reñir…corregir, siempre.

¡Oda al desayuno!

Y por supuesto:

Los Abuelos: esos héroes de carne y hueso.

No es magia, es educación.

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