Enseñar a respetar para aprender a obedecer. La autoridad empática.

Es demasiado común escuchar eso de «no sé qué hacer para que mis hijos obedezcan», y casi todos tarde o temprano terminamos desesperados, nos enfadamos o nos da por repetir veinte veces una misma cosa; y claro, todo tiene un límite, sobre todo nuestra poca paciencia. ¿Crees que es necesario que tus hijos aprendan a obedecer?

La desobediencia acaba con toda paciencia que se ponga por delante. ¿Por qué lo hacen? ¿Por qué no nos respetan? Mi respuesta: «para aprender a obedecer primero hace falta aprender a tolerar las frustraciones, pero no hablo de grandes desengaños ni tampoco de traumas, no, hablo de pequeñas frustraciones, a modo de chascos. Nuestros hijos necesitan aprender qué es eso de no poder cumplir siempre todo lo que desean cuando lo desean y como lo desean, aunque estuviera previsto incluso«.

La obediencia es un principio de realidad esencial, es un aprendizaje adaptativo y fundamental para poder soportar las constantes pérdidas y cambios en los que nos veremos inmersos «sin haber sido invitados». La vida es así, no es ni será un placer constante, lo sentimos mucho.

¿Qué nos está pasando? Pues que nadie está enseñando a las últimas generaciones a aprender «eso que no viene en los libros» pero que es de sentido común. Obedecer implica aprender a renunciar a un acto de placer, es la acción de abandonar algo magnífico por algo presumiblemente menos agradable, eso es tolerar una frustración, y claro, yo tampoco lo haría bien a no ser que alguien me haya enseñado antes qué es eso de respetar a papá y a mamá.

Detrás de gran parte de la desobediencia hay un intento de comunicación de los niños con su entorno; desafiar es una forma de expresar ciertas emociones que los niños según qué edad no son capaces de comunicar salvo de esta manera, a través de su conducta. Normalmente es la actitud inadecuada de los adultos la que provoca un refuerzo negativo de la dificultad y las conductas no deseadas se afianzan en su repertorio con tal de “recibir atención”. Es decir, que desobedecer, con su desafío correspondiente, también es un acto de comunicación; ahí queda eso.

Porque quien tiene criterio tiene autoridad, la base del respeto. 

El aprendizaje ha de ser proporcional al carácter y a la edad de los hijos y se ha de dar siempre. Nos estamos instalando en la ambivalencia de querer hacerlo bien pero apoyándonos en un criterio equivocado basado en el miedo a ser rechazados por nuestros propios hijos. Estamos mutando desde un modelo de sobreprotección a otro más complejo y costoso, el de la sobreatención. A nuestros hijos o los controlamos hasta asfixiarlos o los descontrolamos hasta estresarlos. No tenemos término medio, ni en esto ni en otras muchas cosas.

Somos una generación que busca fuera lo que no encontramos dentro, la serenidad de educar con un criterio sencillo y necesario, el sentido del respeto.

No es magia, es educación.

Luis Aretio.

Pd. Para los más suspicaces. La autoridad nada tiene que ver con el autoritarismo, sino con el rol esencial que toda madre y todo padre deben adoptar en la relación con sus hijos por el bien de todos. Una autoridad basada en la empatía.

7 comentarios en «Enseñar a respetar para aprender a obedecer. La autoridad empática.»

  1. Gracias por otro artículo que nos aporta en casa una reflexión y una posibilidad real de debatir sobre la educación de nuestros hijos.
    Un saludo

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