La educación no vende, la educación no importa.

Todos sabemos que la educación no es una prioridad en nuestro país, y esta afirmación no la pienso argumentar ya que son los resultados quienes más y mejor la sustentan. Todos sabemos que nuestros hijos pasan jornadas interminables a veces en los centros educativos, así como también sabemos que éstos no están bien dotados de recursos humanos ni materiales.

No, la educación tal como la están tratando no vende ni venderá; le falta chicha, le falta tirón, le falta marketing, le falta interés, prioridad y sobre todo voluntad. La descentralización de las competencias educativas a favor de las CCAA no ha supuesto más que la libre circulación de normativas y leyes a la medida del matiz de cada zona geográfica. Venga, inmersión lingüística, cada lengua oficial a lo suyo; vamos, a sesgar entre todos la historia y la conciencia de grupo. Así nos va, que no hay quien se aclare ni quien pueda mirar al sistema educativo sin tener que echarse las manos a la cabeza.

Nos olvidamos de todo cuando las cosas van bien, pero cuando las cosas se ponen feas es cuando sacamos todo el arsenal para tratar de minar los precarios cimientos de nuestro denostado sistema educativo, y es entonces cuando se nos ven las vergüenzas, a todos; es cuando nos quejamos de la falta de consideración con quienes más atención necesitan, el colectivo de alumnos con necesidades educativas especiales a quienes actualmente se les atiende con las migajas de los recursos que apenas quedan tras atender a la gran mayoría, a los que conocemos como «normales».

Los centros educativos de este país deberían tener superávit, deberían tener aulas acondicionadas, deberían disponer de servicios extraordinarios para la deseada conciliación familiar, deberían  ser la punta de lanza de una sociedad que quiere ser moderna pero que aún no alcanza a madurar más allá de políticas sociales ineficaces e insuficientes. Los centros educativos deberían ser nuestro mejor refugio; lugares encantadores donde aprender sea una inercia por el interés implícito a la edad de cada alumno; deberían ser espacios de convivencia para ese eje mágico que deberían formar docentes y familias.

Falta marketing señoras y señores, falta vender la enseñanza desde la calidad asistencial que se merecen las generaciones actuales y venideras; falta criterio, buen gusto y faltan sobre todo buenas maneras. ¿Por qué permitimos esta ausencia de soluciones? ¿Quiénes son los llamados responsables de esta realidad inapelable? ¿Por qué nos conformamos con ser espectadores pasivos de un sistema educativo tan poco razonable? Los problemas se acumulan: el acoso escolar o bullying, el rechazo, la discriminación por género, el bochornoso  índice de fracaso escolar, la falta de seguridad de los docentes, la burocracia a la que se ven obligados que no hace más que mermar su capacidad de dedicación, las políticas pedagógicas neo modernas aplicadas sin ton ni son al ritmo de nuevos paradigmas y por supuesto de manera aislada. Normal que muchos tengamos la sensación de ir a la deriva.

Hagamos de la educación una marca visible y poderosa; fichemos diseñadores, pensadores y creativos de nuevas actitudes educacionales y sociales; actualicemos la imagen paupérrima y obsoleta de la docencia en España, porque nos merecemos mucho más que esto que llama educación, sin alma, ni calma.

No es magia, es educación.

Luis Aretio

2 comentarios en «La educación no vende, la educación no importa.»

  1. Estimado Luis, totalmente de acuerdo con los alumnos Acnee. Se llevan las migajas de los recursos educativos pero, atenderlos junto al grupo de referencia, en ocasiones, se torna un imposible. Algo va mal. No estoy de acuerdo en algunas nuevas metodologías, el instituto/colegio es para aprender, no para jugar y estar de cachondeo, motivación preferente para muchos de nuestros alumnos. Se trata de incluir el juego, por ejemplo, como parte del proceso de enseñanza/aprendizaje para que resulte más motivador, porque lo que está claro es que cuando aprendes divirtiéndote, el aprendizaje es más significativo.
    Por otro lado, la cantidad de papeles y cosas ajenas a la enseñanza que tiene que hacer cualquier docente es una ardua tarea y por eso, pasamos muchas horas dedicadas a cosas distintas de lo que es educar para aprender. Lo más bonito es dar una clase donde los alumnos disfrutan aprendiendo, participan. Esas caritas de satisfacción cuando van entendiendo las cosas. Ojalá, encontrásemos la manera de motivar de verdad, no sólo a los alumnos, ya que la comunidad educativa la formamos todos.
    Me gustó la reflexión.
    Un saludo, Vanesa.

  2. Hola Luis
    esta vez si dejo mi comentario aunque como siempre la verdad siento que no sirve de nada. Ya nos conocemos y sabes un poco lo que pienso sobre este asunto. Pero creo que el verdadero problema de la educacion no es tanto el politico sino el social, demasiado desacuerdo entre los padres. Lo que pienso yo no lo piensa la madre del compañero/a de mi hijo con lo cual sin union no se va a ninguna parte. Y la educacion se quedará siempre una asiñatura pendiente. Una sola voz no tiene fuerza!!!

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