Icemos las manos como banderas, elevemos el ancla, y pongamos rumbo a los demás.
Unamos las mesas del cole para que se conviertan en barcos, y las sillas alrededor salpicando como alegres olas de un tranquilo mar.
Dibujemos con tizas en cada pizarra cielos repletos de nubes, aves surcando el firmamento y un radiante sol.
Nombremos a las maestras capitanas intrépidas y a los maestros bucaneros atrevidos, los docentes más queridos de todos los mares.
Enrolemos a los alumnos como valientes grumetes dispuestos a vivir experiencias únicas y aventuras hasta ahora inimaginables.
Transformemos los libros de texto en cartas de navegación con rutas secretas hacia las ciencias, la historia, la literatura y el arte.
Erijamos la cultura como el palo mayor que le de sentido a toda la estructura; forma única de entender cada identidad y singladura.
Animemos a las familias a entrelazar velas hiladas de aliento mientras ellos convierten su pasión de querer enseñar en viento.
Si, familias y docentes remando juntos para que nuestros hijos y alumnos vean el colegio como un océano inmenso donde poder navegar, rumbo a los demás.
No es magia, es educación.
Luis Aretio
Sencillamente precioso… Prosa lírica con tintes de cuento, de esos que escuchas mientras una maravillosa voz te atrapa y te deja boquiabierto…. Me gustaría ser una niña pequeña y protagonista de ese cuento..Un abrazo…