Los usamos a diario, nos acompañan en nuestros procesos de comunicación y además los estamos normalizando sin ser conscientes del impacto que genera en nuestras cogniciones (pensamientos), base de lo que luego serán estados emocionales condicionados por esos procesos de pensamiento.
Las palabras “nunca, siempre, nadie y nada» dicen mucho de quien las pronuncia demasiado, delatan una actitud imperativa y tajante que va a condicionar cualquier actitud posterior. Se instalan como afirmaciones que nos van haciendo poco a poco cómplices de nuestro diálogo cada vez más tremendo.
¿Nos gusta exagerar? El lenguaje exagerado o figurado es una manifestación de la creatividad del ser humano. En España hablamos con demasiada frivolidad; en este país hemos conseguido que los tacos, lo ordinario y lo soez, convivan en nuestras casas, en la televisión, en los bares y en los parques; hemos normalizado una grosera manera de expresarnos.
Vivimos y celebramos las etapas de la vida a base de eventos exagerados. Hemos endiosado las fiestas, la navidad ya dura dos meses, las comuniones son fastuosas, las bodas son de cine, los aniversarios, los cumpleaños, hacemos regalos por aprobar las notas, los encuentros con antiguos compañeros, etc, etc; celebramos con euforia, con desdén y con vehemencia. Y vivir con tanta intensidad no es lo frecuente; ademas parece que si no lo haces ya no eres nada.
Estrés, tremendismo, exageración, despilfarro, pasote, abuso, desorden, libertinaje, exuberancia, desmadre, barbaridad. Las palabras que usamos condicionan nuestros pensamientos y los pensamientos se traducen en emociones, últimas responsables de nuestra conducta. Si vivimos de manera exagerada sentiremos demasiadas veces que nos falta algo, y buscar esa sensación tan potente de adrenalina que nos haga vivir por encima de nuestras posibilidades en cada momento, es lo mismo que perder el tiempo.
Cuidemos nuestro vocabulario; toda una futura generación nos está escuchando.
No es magia, es educación.
Luis Aretio
Muy buena reflexión.
Leyéndote me ha venido a la cabeza el «NO PUEDO CON LA VIDA» que escucho cada vez con más frecuencia y que me pone un poco los pelos de punta….sobre todo cuando lo dicen los más pequeños…. Efectivamente ell@s nos escuchan!!!
Nos escuchan y no paran de aprender principalmente de nosotros, somos sus espejos para lo bueno y para lo menos bueno. Los niños ven, los niños hacen!
Ayer estuve en la charla que dio usted en Bonares. Y mi hija de 15 no vino, como siempre, no quiere acompañarme a ningún sitio.
Me gusta de ir a estas charlas porque quiero aprender a educarlos como usted dice, por ejemplo sin negativas, puesto que me reconozco que siempre estoy con esas palabras. Tu no eres, nunca haces, etc
Me gustaría cambiar.
Gracias Rocío. Tu actitud ya es en sí un paso de gigantes, porque si eres capaz de conectar con sus emociones, todo resultará más fácil! Paciencia y persistencia!!!