Jugar es para siempre.

El juego es un instinto innato y universal que se da en todas las especies animales de manera espontánea y en todo contexto. Jugar es tan importante como comer, beber o dormir. Es una necesidad básica para el desarrollo psicosocial, jugar nos ayuda a comprender el mundo; el juego permite toda interacción real o imaginaria porque sólo es juego, no hay juicios de valor, no hay moralidad ni ética, todo vale, es una realidad líquida que se adapta a la necesidad de cada momento. Sigue leyendo Jugar es para siempre.

La Hucha del Tiempo: ganar megas ahorrando ocio.

Estamos en un momento de abuso absoluto de los juegos tecnológicos, y no son malos, todo lo contrario, lo que ocurre es que son muy difíciles de educar bien al crear tanta dependencia por las emociones implicadas en ese tipo de ocio: rivalidad, competitividad, poder,…pero sobre todo fascinación. Luchar todos los días para que no abusen es agotador, por eso he desarrollado esta sencilla idea, para que aprendamos todos a limitar, gestionar y variar su tiempo de ocio. Sigue leyendo La Hucha del Tiempo: ganar megas ahorrando ocio.

La familia, bien, gracias.

Cuando nada es lo que parece y lo que parece es nada más que una parte de lo que pretendías pero que al tomar conciencia de todo ya nada es como lo que querías. La familia, bien, gracias.

Cuando tus hijos te demuestran que no te van a hacer más caso del que te hacen actualmente y además ves que te siguen pidiendo dinero para vestir y salir porque saben que no vas a dejar que sean menos que los demás . La familia, bien, gracias.

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La generación del miedo.

Los padres de hoy somos los hijos de ayer, y desde entonces hasta ahora hemos sido espectadores de cómo ha sedimentado en nosotros el miedo. Antes, hace treinta o cuarenta años, sentíamos un profundo miedo no sólo hacia nuestros padres, sino también hacia nuestros maestros, responsables todos de dotarnos de un respeto exquisito. Sigue leyendo La generación del miedo.

La escuela, un océano rumbo a los demás.  

Icemos las manos como banderas, elevemos el ancla, y pongamos rumbo a los demás.

Unamos las mesas del cole para que se conviertan en barcos, y las sillas alrededor salpicando como alegres olas de un tranquilo mar.

Dibujemos con tizas en cada pizarra cielos repletos de nubes, aves surcando el firmamento y un radiante sol.

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El acoso escolar y los niños sensibles.

“Aquí no te queremos. Que levante la mano quien quiera que se quede éste. Eso dijo el líder; y nadie, ni quien yo creía hasta ahora que era mi único amigo, nadie levantó la mano. Me dolió tanto que me quedé paralizado, disimulando no reaccionar, como si realmente no me importara, pero por dentro estaba echo polvo.

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Los niños felices.

Los niños felices obedecen, y hacen lo que les piden sin poner mala cara; dan las gracias, y piden disculpas cuando alguna vez se pasan de la raya; son felices, son sinceros, y no temen hablar de ellos ni de sus miedos. Son responsables, y les encanta serlo; no agreden, pero defienden con valor a quienes ven sufrir; respetan ya sean pensamientos, creencias o ideas.

Los niños felices hacen esfuerzos para superar baches y sus malos momentos; toleran frustraciones: todo eso que no salió como esperaban. Saludan mirando a la cara, tienen inquietudes, piden ayuda cuando algo se les resiste, y hacen amigos nuevos con tan sólo una mirada.

Los niños felices se aburren, pero no se agobian ni molestan; tienen criterio, y eso les permite actuar con libertad. Prestan atención en el cole, en casa y donde vayan; cuidan sus juguetes, son ordenados. Intentan hacer felices a quienes están a su lado; tienen paciencia, y aprenden a ahorrar porque saben esperar.

Los niños felices comparten lo que son y lo que tienen sin mirar con quién, saben perdonar errores, los suyos y los de los demás; sienten que son queridos y respetados, toman decisiones flexibles y adecuadas, y guardan por lo que pueda pasar mañana; sonríen porque les sale de dentro, les sale del alma, y regalan sin querer queriendo, miradas mágicas.

Los niños felices se quieren, porque son queridos con calma.

No es magia, es educación.

Luis Aretio

La adolescencia: una etiqueta injusta.

La adolescencia es sólo una etapa más del desarrollo que hemos estigmatizado y coronado de etiquetas. Con ellas los ninguneamos, los menospreciamos y los relegamos al plano de la incoherencia ignorando cualquier parecido con nuestra misma etapa vivida,y se nos olvida todo lo que hicimos pasar a nuestros padres porque en nuestro caso le otorgamos el posible acento de que “todo estaba justificado”. Sigue leyendo La adolescencia: una etiqueta injusta.

153 Profesiones de casa que no son remuneradas.

Abogada-  abrazadora –  achuchadora – adivina – agenda personal –  agente de bolsa (de la compra) – amiga -animadora  – árbitro – artista – asesora de imagen  – asesora particular – asesora – asesora legal –  asesora sentimental – asistenta  – personal – asistente de cámara –  asistente personal –  astrónoma – atleta –  Sigue leyendo 153 Profesiones de casa que no son remuneradas.

Lo increíble no hay quien se lo crea.

¿Niños habilidosos, niñas sorprendentes, niños mágicos o niñas brillantes? ¿Para esto queremos la infancia? ¿Para que nos dejen boquiabiertos con las cosas maravillosas que hacen? Esto no hay quien se lo crea; esto de tener hijos increíbles suena a farsa, a exageración, a despropósito y lo peor, en muchos casos a fracaso. Porque no hay talento para todos ni todos los niños están tocados por la mano de la genialidad, lo sentimos. No hay quien se crea a esta moderna horda de padres y madres obsesionados por exhibir su propia vanidad de la mano de sus leales  e indefensos vástagos, quienes haciéndoles creer seres superiores por competir y rivalizar, olvidan lo más importante, que más vale disfrutar jugando que triunfar sufriendo sin que nadie los crea, salvo tú. Por una educación familiar responsable.

Luis Aretio